jueves, 16 de abril de 2020

EL BARCELONA BEER CHALLENGE, LAS MACROS, LAS MEDALLAS, Y LA NUEVA OPORTUNIDAD DEL SECTOR CRAFT

La verdad es que esta entrada no estaba prevista en el calendario, de hecho, estaba preparando otra que no tenía nada que ver con este tema, pero viendo el revuelo en las redes, las críticas al Barcelona Beer Challenge y las tertulias y malestares que se han generado en el mundillo craft, me veo en la obligación y necesidad de hablar hoy sobre este tema.
La polémica, como cada año, viene dada por el medallero del Barcelona Beer Challenge, concurso profesional de cervezas que se disputa dentro del Barcelona Beer Festival, y organizado por la propia organización del festival, uno de los más importantes del país. Cada año hay polémica, medallas para unos dudosas, para otros no merecidas, para unos terceros claras, pero para casi todos polémicas... En fín, para gustos los colores, y para polémica la de este año, ya que ayer se empezaron a repartir las medallas en una gala en streaming a través de Youtube. Las medallas fueron cayendo y llegó el momento en el que empezaron a aparecer nombres en los medalleros de cervezas industriales, o de grandes macros. La crítica estaba servida en bandeja, y la discusión en redes se convirtió en un tsunami de acusaciones y ataques que sinceramente, entiendo, pero no comparto. Y me explico;
Que una marca como Cruzcampo, San Miguel o Mahou gane una medalla en un concurso que nació siendo un trampolín para la cerveza craft, duele. Y duele mucho. Pero no vale con quedarse ahí, en la superficie, hay que bucear un poco en las razones y en los por qués. Vamos a ello como podamos...
Para empezar, el concurso está gestionado por una empresa privada, la misma que organiza el mayor festival cervecero del país, y al que tanto le debe el sector craft. Son ya 9 años desde que viene celebrándose, y aunque tiene alguna sombra, creo que en el balance hay muchas más luces. Lo que empezó siendo un mini festival de cerveza artesana en el patio de un convento (qué recuerdos...), hoy en día ha sido uno de los que ha puesto en el mapa a la cerveza craft de este país, y no solo dentro del país, sino en otras partes del mundo. La gente que está detrás de esto son conocidos y sospechosos habituales del mundillo y todo el mundo sabe quiénes son. Gente apasionada que ha buscado en su pasión una forma de vivir. Creo que de esto no hay duda. Un negocio privado, al fin y al cabo, con sus propias reglas, con sus pros y sus contras. He visto comentarios en las redes donde se pide vetar a las grandes cerveceras porque bastante daño han hecho ya al sector. Totalmente de acuerdo, pienso que no tiene nada de bueno que estas grandes empresas metan el morro en nuestro sector, bastante lo están prostituyendo ya con sus malas praxis y con sus engaños al cliente. Pero también entiendo que es totalmente lícito que participen. No se puede negar la participación a estas empresas así porque sí. Porque no nos guste que ganen medallas. Porque estamos enfadados con ellos por mentir. Hay que ir más allá. Hay que unirse, y al igual que en otros países, hay que conseguir diferenciar la cerveza craft de la que no lo es. Legalmente, con una normativa con la que haya razones de peso para excluirlos, siempre que se quiera, siempre que la organización quiera, por supuesto. Y esto, solo lo pueden hacer las asociaciones cerveceras independientes que ya existen en el país. Que se unan y luchen por ello, el sector se lo agradecerá.
Pero de todas formas, esto es solo la punta del iceberg. No se puede negar que la filosofía del concurso es intachable y yo diría que muy transparente, 50 jueces titulados valoran las cervezas a ciegas, en ningún momento saben lo que están catando y en cada mesa la catan al menos 4 jueces. No parece que haya mucho margen para el tongo ni para la duda. Y mucho menos para el soborno, que también lo he llegado a leer. Dudar del sistema es dudar de gente que ha estado preparándose para esto altruístamente. Es dudar de quien lleva muchos años de su vida dedicado a organizar este tipo de eventos. Quizás lo que haya que pensar es el por qué estas grandes cerveceras se están colando en el medallero. Siempre las hemos denostado por la calidad de sus cervezas, y ahora parece que cuando se ponen, pueden hacerlo mejor de lo que creíamos. Que Cruzcampo haya conseguido medallas en estilos poco habituales en su portafolio no es sino reflejo de que las grandes marcas tienen medios para hacer las cosas bien. Y nos lo están demostrando, pero a medias. Las grandes macros, de momento han sacado session ipa mediocres, con un marketing bestial alrededor, no sabemos muy bien con qué objetivo, pero ahí están, en los lineales de los supermercados. Estilos que nunca hubiéramos imaginado en marcas tan conocidas por sus cervezas industriales, planas y aburridas. Cruzcampo elaborando cervezas experimentales en un brewpub y mandándolas a concursos cerveceros que hasta hace dos días atacaban... Que sea ético mandar esas cervezas a concurso, ya es debate para otro día, aquí seguramente me ponga del lado de los talibanes de la marca.
Resumiendo, y a lo que quería ir desde el principio es que, en concursos como este, lo que se valora es que la cerveza sea correcta, que se adapte lo máximo posible a unos parámetros, a los del BJCP en este caso, organismo reconocido mundialmente, y aquí, las grandes marcas tienen ventaja porque técnicamente, en el caso de elaborar según qué estilos, son superiores. Disponen de todo el dinero del mundo para poder hacer lo que quieran. Sí, buena cerveza también. Y a mejor precio. Aunque todavía no se hayan lanzado a ello. Entonces, más de uno pensará, ¿Podemos luchar contra ellos? Pues sí, señores y señoras, y quizás solo por esto haya merecido la pena que Cruzcampo haya ganado medallas. Nos tiene que servir para darnos cuenta de que la cerveza craft, para tener futuro, y ahora más que nunca, tiene que tirar del tirón de la cercanía, y valga la redundancia. Hay que darle un valor humano, que ese cliente que compra una lata de la fábrica de su ciudad, sepa que el cervecero al que se la ha comprado es vecino suyo, que sepa que ese dinero que está pagando de más, comparado con la cerveza del lineal del súper, va a servir para mejorar la comunidad en la que vive y la sociedad a la que pertenece. Porque en calidad sí se puede luchar, la cerveza es buena, en la mayoría de los casos mejor que la industrial, y tiene la ventaja de que el cervecero pequeño se puede amoldar más fácilmente a lo que le pide el mercado, el mercado local por el que hay que luchar. Hace tiempo que pienso que hay que dar más importancia al km 0, aunque entiendo que muchas fábricas necesiten llegar un poco más allá para poder ser viables. Creo que en un futuro cercano, el ser o no ser, el estar o dejar de hacerlo, será cuestión de equilibrio entre calidad y cercanía. Se avecinan tiempos oscuros, pero habrá que aprovecharlos para definir el rumbo de los negocios y los nuevos objetivos, quizás menos ambiciosos, más terrenales, más humanos.

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