Después de demasiado tiempo sin actualizar el mapa, se me estaba llenando el mail de cervecerías que merecen estar en él, y me he puesto manos a la obra. Hoy, gracias a Juanjo, conocemos 4 nuevas cervecerías en Madrid, que según parece, no tienen desperdicio;
L´EUROPE: Cervecería especializada en cervezas belgas, inglesas y alemanas, y que ultimamente tiene una gran selección de americanas, entre las que se encuentran varias de las Flying Dog.
KLOSTER: 6 Barriles y unas 50 botellas, es lo que nos ofrece esta cervecería, acompañada de buen jazz.
LA CASA DE LA CERVEZA: Con más de 10 barriles y una de las más amplias selecciones de botellin de Madrid, se convierte en una visita obligada.
EL ESTRIBO: Aunque en realidad es un pub, presume de ser uno de los pocos locales que poseen cervezas artesanales catalanas.
cerveceriasdeespana map
Ya podéis ver el mapa actualizado, y como siempre os digo, si conocéis más detalles de alguna de las cervecerías que están, o conocéis alguna que no está y merece estarlo, no dudéis en mandármelas para que todo el mundo pueda disfrutar de ellas.
martes, 10 de agosto de 2010
jueves, 5 de agosto de 2010
VIAJE A BÉLGICA; DÍA 4 (III)
El viaje seguía su curso, y a la llegada a Bruselas, decidimos que no merecía la pena perder el tiempo en el hotel, así que salimos rumbo a La Becasse
una curiosa cervecería que queríamos visitar mientras esperábamos al resto, para ir a nuestro último destino cervecero en Bélgica. Allí, en un ambiente divertido, pedimos unas gueuze de barril, por las cuales se diferencia este local del resto, y charlamos del viaje mientras observábamos al enérgico camarero que pululaba entre las mesas.
Cuando llegaron los demás, nos dirigimos al Moeder Lambic (el nuevo, abierto hace relativamente poco tiempo), una cervecería con más de 40 grifos diferentes, que deslumbra con sus cañeros a todo el que entra dentro y no se queda en su maravillosa terraza.
Nosotros, después de ver el interior, decidimos salir fuera a disfrutar del maravillosos tiempo que nos hizo los 5 días que duró el viaje. Creo que en Bélgica no veían el sol 5 días seguidos, desde tiempos muy remotos...
En fin, que nos sentamos y nos dispusimos probar todas las cañas que pudiéramos. Por la mesa fueron pasando muchas; Quintine Ambrée,
...y otras de las cuales no me acuerdo (no sé si por el tiempo que ha pasado hasta publicar este post, o por culpa de las cañas y la caña que llevábamos previamente...)
una curiosa cervecería que queríamos visitar mientras esperábamos al resto, para ir a nuestro último destino cervecero en Bélgica. Allí, en un ambiente divertido, pedimos unas gueuze de barril, por las cuales se diferencia este local del resto, y charlamos del viaje mientras observábamos al enérgico camarero que pululaba entre las mesas.
Cuando llegaron los demás, nos dirigimos al Moeder Lambic (el nuevo, abierto hace relativamente poco tiempo), una cervecería con más de 40 grifos diferentes, que deslumbra con sus cañeros a todo el que entra dentro y no se queda en su maravillosa terraza.
Nosotros, después de ver el interior, decidimos salir fuera a disfrutar del maravillosos tiempo que nos hizo los 5 días que duró el viaje. Creo que en Bélgica no veían el sol 5 días seguidos, desde tiempos muy remotos...
En fin, que nos sentamos y nos dispusimos probar todas las cañas que pudiéramos. Por la mesa fueron pasando muchas; Quintine Ambrée,
3 Fontaine oud gueuze,
Guldenberg,
...y otras de las cuales no me acuerdo (no sé si por el tiempo que ha pasado hasta publicar este post, o por culpa de las cañas y la caña que llevábamos previamente...)
Después de unas cuantas cervezas, llegó la hora de cerrar el bar y con él, nuestro periplo cervecero por el país dividido. La gente salía de Bruselas temprano, y decidimos volver al hotel todos juntos. Nos despedimos y nos fuimos a dormir, sabiendo que el viaje que estaba terminando, probablemente había sido, para todos, el mejor viaje cervecero que se puede hacer por Bélgica hoy en día. Había salido todo redondo y habíamos rozado con nuestros dedos, el límite de la cerveza belga a día de hoy. Habíamos probado cervezas imposibles de beber hoy en día en nuestro país. Habíamos visitado microcervecerías espectaculares, y habíamos conocido a creadores y elaboradores de las cervezas que bebemos a diario, a cientos de kilómetros. Habíamos degustado comida hecha con cerveza. Y sobre todo, habíamos conocido gente que, como nosotros, vive por y para la cerveza, auténticos fervientes seguidores de este oro líquido, que son capaces de cualquier cosa por conocer y dar a conocer la cultura cervecera allí donde estén.
Un saludo a tod@s l@s que compartieron con nosotros este maravilloso viaje, y un millón de gracias a Cedric, de La Maison Belge, y a Enrique de Different Roads, sin los cuales, esta aventura no hubiera sido posible.
Un saludo a tod@s l@s que compartieron con nosotros este maravilloso viaje, y un millón de gracias a Cedric, de La Maison Belge, y a Enrique de Different Roads, sin los cuales, esta aventura no hubiera sido posible.
lunes, 2 de agosto de 2010
Viaje a Bélgica; día 4 (II)
Después de otro trayecto en bus, llegamos a las inmediaciones de la fábrica Caracole, en la cual teníamos reservada mesa y menú para comer. Disfrutamos del paisaje mientras llegábamos, ya que está situada en un entorno privilegiado de naturaleza y tranquilidad.
Toda la comida estuvo regada con las cervezas propias de la casa, y también nos dieron a probar un par de Forestinnes, ya que uno de los cocineros, era el creador de esta otra cerveza, y no quiso perder la oportunidad de darnos a probar sus creaciones.
Cuando llegamos, nos estaban esperando. Llegábamos tarde, pero entendieron que nuestra agenda era demasiado como para poder respetar los horarios previstos. Antes de sentarnos a la mesa, nos recreamos con el interior del comedor, una decoración sobria pero cuidada, hacía del lugar un sitio muy acogedor.
El primer plato fue una ensalada con vinagreta de Troublette, la cerveza de trigo de la cervecería.
De segundo, nos pusieron una carbonade hecha con Nostradamus...
Y de postre un plato de quesos variados,
entre ellos uno afinado con Forestinne, cerveza que pudimos probar allí mismo, de las manos de su creador.
Toda la comida estuvo regada con las cervezas propias de la casa, y también nos dieron a probar un par de Forestinnes, ya que uno de los cocineros, era el creador de esta otra cerveza, y no quiso perder la oportunidad de darnos a probar sus creaciones.
Con la tripa llena, y bien llena, nos dispusimos a visitar la cervecería con una Nostradamus en la mano, a ver si así facilitaba la digestión.
Entre risas y anécdotas, conocimos el proceso de elaboración de estas fantásticas cervezas, que tienen como particularidad su ebullición, que se hace en hornos de leña.
Para seguir fieles a nuestra tradición del viaje, tuvimos que salir casi corriendo para que el chófer del bus no se cabreara más de lo que estaba.
Últimas compras en la pequeña tienda de la Brasserie, y vuelta al bus que nos llevaría a Bruselas, donde pasaríamos nuestra última noche, la cual todavía nos depararía alguna sorpresa más...
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