Por fin llegó el Domingo, y a pesar de que el cuerpo nos pedía más cama y estuvimos a punto de hacerle caso, la mente se empeñó y nos dirigimos una vez más hacia la cúpula. Nos esperaba lo que a priori era una actividad muy interesante, porque, a pesar de que lo que se presentaba era un libro de cocina y cerveza escrito por el equipo de Racó D´en Cesc, la actividad prometía emociones fuertes, ya que no todos los días se tiene la oportunidad de maridar cervezas con degustaciones de alta cocina. Así pues, después de las presentaciones pertinentes de los allí presentes, el Sommelier y el Chef del afamado restaurante nos dirigieron a través de un mundo hasta ahora desconocido para nosotros.
Cada plato fue acompañado de una breve explicación del plato en sí, de la cerveza y del maridaje entre los dos. He de decir que me sorprendió gratamente la profesionalidad de los ponentes, ya que además de conocer a la perfección la comida, demostraron tener conocimientos más que de sobra sobre las cervezas que se presentaban acompañando a los platos.
Y vamos con las degustaciones, que aunque debería de habérmelas apuntado para deciros exactamente lo que comimos, no lo hice, así que os pongo lo que recuerdo, que espero haga justicia a lo que allí desfiló por los platos y vasos. El primero fue un atún marinado, aderezado con lima y una base de cebolla, acompañado de la cerveza del propio restaurante. Sorprendente y espectacular la buena relación entre el plato y la cerveza, ya que un pequeño sorbo de esta cerveza de 3,5% era suficiente para limpiar la boca por completo de la grasa del atún. Una de las cosas que más resaltaron a lo largo de la presentación, fue que siempre tiene que haber un equilibrio entre lo que se come y lo que se bebe, nunca debe sobresalir uno por encima del otro, ya que de esta forma, el maridaje pierde su sentido.
El segundo maridaje fue una degustación de Steak Tartar ( o algo así) con helado de melón, acompañada de la Clot de Birra 08. Otra vez espectacular pese a lo raro de los ingredientes.
Y por último, el postre. A estas alturas la mente ya estaba totalmente embelesada con los placeres que nos estaban proporcionando los maridajes y explicaciones, y lamentablemente no recuerdo muy bien qué es lo que era, pero sí sé que era helado de toffe con caramelo y algo más, acompañada de la Atheus de Clandestines, una cerveza con miel que no habíamos tenido ocasión de probar todavía. Otro maridaje de 10, aunque me quedo con cualquiera de los dos primeros.
Y así concluyó una actividad que costaba 5 euros, pero que bien valía bastante más. Solo me queda decir que el libro lo compraremos sin dudarlo para ver si somos capaces de aplicar algo de lo aprendido allí, y que la visita al restaurante es obligada para todo buen cervecero. Desde luego, nos quedamos con las ganas de ir a comer allí, cosa que espero hacer en alguna futura visita a la ciudad condal.
Tal y cómo me comentabas hace dos entradas, esta actividad tiene pinta de haber merecido y mucho la pena. El año que viene si subo al BBF y se repite una actividad similar no dudaré en asistir.
ResponderEliminarSaludos y gracias por compartir vuestra experiencia para los que nos la perdimos!
Efectivamente Pau, ya comenté que merecía la pena y mucho. Para el año que viene, si hacen algo así, habrá que estar atentos y reservar sitio a falta de varios meses para el evento!!!jeje
ResponderEliminarNosotros no asistimos a ninguna de las actividades y la verdad que esta parece que mereció mucho la pena, nos quedamos con las ganas....
ResponderEliminarNosotros también tenemos la visita al restaurante apuntada como imprescindible para próximos viajes a Barcelona, todo el mundo habla maravillas
Saludos!!!
Viendo el mimo con el que tratan las cervezas y cómo cuidan los maridajes, realmente la del restaurante es una visita obligada. Esperemos que no pase mucho tiempo antes de ir por allí!
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