viernes, 23 de julio de 2010

Viaje a Bélgica; día 3 (II)

Tras un rato en el autobús, con parada incluída en una estación de servicio, para comprar unas latas de Jupiler (debe de ser típico entre los belgas), llegamos a nuestro siguiente destino; Amberes. Nos dirigimos raudos a nuestro objetivo, pasando rapidamente por la plaza mayor de la ciudad, por decir que habíamos visto algo.

Como decía, nuestro objetivo no era una visita turística, sino una cervecería, llamada KULMINATOR. La rareza de este templo cervecero, es que venden cervezas antiguas (o como diría alguno, "caducadas").

Nos perdimos un rato en su carta, viendo atónitos, cómo estaba estructurada, según el año de elaboración de las diferentes cervezas... Después de un buen rato y algún que otro quebradero de cabeza, fuimos eligiendo las que más nos llamaban la atención, teniendo en cuenta las que se supone que maduran mejor. La amable señora nos fue acercando y poniendo encima de la mesa nuestra selección;
Una Chimay de 1982...

Stille Nacht de 1999, una de las mejores cervezas que he bebido ultimamente, aunque por desgracia, no se cuál es la diferencia con una del año, ya que todavía no he tenido oportunidad de probarla...

La última que probamos y que me sorprendió tremendamente, fue la Carolus de 1975, otra cerveza que entró directamente entre las mejores cervezas que he bebido a lo largo de mi vida.

Una foto de familia de las cervezas polvorientas que degustamos.

Se hacía tarde, y aunque nos hubiéramos quedado el resto del día probando toda la carta, había que volver a Bruselas. Un último vistazo a uno de los almacenes, y vuelta al autobús que nos llevaría de regreso a nuestra ciudad dormitorio.

LLegamos poco antes de la hora de la cena, así que decidimos ir a comer algo. Para terminar el día con buen pie, decidimos conocer el Hoppy Loft, otro paraíso que se encuentra en la parte de arriba del Delirium Café (de hecho es parte de él).

El primer vistazo a la carta nos hizo darnos cuenta de que no estábamos en cualquier sitio, así que después de mucho pensar, decidimos cuál sería nuestra despedida para aquel increíble día;

Aunque la cerveza estaba increíble, he de reconocer que no fue la mejor opción para aquel momento, ya que después de nuestro periplo cervecero de todo el día, la cabeza ya no estaba para estas cosas...

Decidimos que ya era hora de descansar, porque el siguiente día era otro reto para nuestras papilas gustativas.

lunes, 19 de julio de 2010

Viaje a Bélgica; día 3 (I)

Comenzamos la mañana dando un paseo en barca por los canales de la ciudad.


Aunque a priori pueda parecer una atracción turística más, he de decir que me sorprendió gratamente esta visita, ya que da la posibilidad de descubrir la "otra Brujas", desde un ángulo diferente al que la conocimos el día anterior, paseando por sus calles. Después del paseo acuático, visita obligada a la tienda cervecera más importante de la ciudad, aunque a estas alturas, pocas sorpresas nos depararían ya este tipo de tiendas para turistas...


Una Belgoo Maxus en la terraza-bar de la tienda, y vuelta al hotel, a coger el autobús que nos llevaría a la abadía de Sint Sixtus, conocida mundialmente por sus cervezas Westvleteren.

El trayecto en bus se hizo corto, ya que la ilusión por tomar la que para muchos es la mejor cerveza del mundo lo eclipsaba todo. LLegamos a la puerta de la abadía, la foto de rigor, y rápidamente nos dirigimos a la cafetería del monasterio.


La primera decepción fue que no quedaba cerveza para comprar en la tienda, por lo que, nos iríamos con las manos vacías. Así que, nos dirigimos a la terraza del establecimiento, y nos dispusimos a tomar unas cervezas, acompañadas de algo de paté y queso. Pedimos la Westvleteren 6 para empezar,


y como íbamos justos de tiempo, seguidamente pudimos disfrutar de la 12;



Las cervezas estaban excelentes. No sé si serán las mejores cervezas del mundo, pero desde luego, lo que no se puede negar es que están entre las mejores. Llegados a este punto, me veo en la obligación de desmitificar un poco todo lo que rodea a esta cerveza. Creo que se ha generado una expectación excesiva gracias a trucos marketineros como que la producción es muy pequeña y sólo se vende en la abadía (cosa que no es del todo cierta, ya que en Brujas pudimos encontrarlas en la carta de un conocido restaurante). La verdad es que no creo que vuelva nunca a este lugar, ya que la sensación que me dejó es la de que unos monjes bastante listos, se aprovechan demasiado del tirón de sus cervezas, que, en principio, no son más que un pequeño negocio para conseguir fondos para el monasterio. Me queda la satisfacción de esperar que la gente se harte de sus abusos (mal servicio, camareros con cara de vinagre y desagradables, precios excesivos...), y las cervezas pierdan el éxito desmesurado que han conseguido a base de aprovecharse de la buena voluntad cervecera de la gente.


Nos montamos en el autobús con una rara sensación de satisfacción por haber bebido estas cervezas y haber estado en una de las Mecas cerveceras de Bélgica, a la vez que sentíamos una pequeña decepción por todo lo que os he comentado. Aún así, aún nos quedaría la última sorpresa, ya que una de las compañeras viajeras, había conseguido camelar a uno de los camareros, para que nos vendiera unas cervezas para el camino. Cometimos una de las mayores aberraciones que se pueden hacer con esta cerveza; BEBERLA A MORRO!!! Pensándolo fríamente, creo que fue nuestra gran venganza contra esos monjes que se aprovecharon de nuestra afición por la cerveza.

Entre risas y sentimiento de culpabilidad por beber Westvleteren 12 de la forma que estamos hartos de decir que no hay que beber la cerveza artesanal, emprendimos el viaje hacia nuestra próxima parada del día; Amberes.

martes, 29 de junio de 2010

La Ronda #25: Ese viaje soñado...

Llega el veranito, y con él, la ronda de este mes, con un tema que viene que ni pintado; cómo sería nuestro viaje soñado. Casualmente, casi a la vez que nos invitaban a la ronda, tuvimos la suerte de hacer realidad nuestro sueño (que por cierto, todavía estamos desgranando en varios post que ya están publicados, y otros que quedan por publicar). Siempre, o por lo menos desde que estuvimos la primera vez, quisimos hacer un viaje por Bélgica con visitas guiadas por cervecerías que nos enseñaran todo el proceso de elaboración, teníamos ganas de disfrutar de los mejores pubs del país, y lo hicimos, y además, tuvimos la suerte de hacerlo con un grupo cervecero de lo más adecuado para este tipo de viaje.
En fin, que el viaje soñado ya lo hemos hecho, aunque todavía nos quedan por realizar otros visjes, probablemente a Italia, República Checa, Alemania... pero tendrán que esperar a mejores tiempos.

viernes, 18 de junio de 2010

Viaje a Bélgica; día 2 (III)

Después de una pequeña y reconfortante siesta, gracias a la cual asimilamos todo lo que habíamos visto a lo largo de la mañana, llegamos sin enterarnos a Brujas.



Nos alojamos en el hotel, cerca del casco antiguo, y nos dispusimos a visitar la ciudad para estirar un poco las piernas. Disfrutamos de sus jardines, canales y arquitectura, y una vez visto lo más importante, nos dirigimos a una de las cervecerías que conocíamos de nuestro anterior viaje a esta bella ciudad.


Dimos un par de vueltas, pero al final conseguimos encontrarla, al fin y al cabo, sólo hacía dos años que habíamos estado, y Brujas no ha cambiado nada.



Es una cervecería curiosa, perdida en un recóndito callejón, pero que merece la pena visitar por su ambiente, pero sobre todo, por su carta de cervezas; extensa y con suficientes marcas no habituales como para perderte en ella más de una tarde, y de dos también.



No vimos a la dueña del local, una amable señora enamorada de la cerveza que chapurreaba español, pero el servicio fue de lo más correcto, gracias a unos camareros atentos y eficientes.



Envueltos en su agradable ambiente, amenizado por música clásica (la belga es otra cultura...), fueron cayendo unas cuantas cervezas entre risas y anécdotas cerveceras.


Cenamos el típico queso belga y algo de paté no menos típico, y para cuando nos dimos cuenta, era la hora de ir a descansar un rato, y prepararnos para despedirnos de esta pequeña cudad, y emprender viaje hacia uno de los monasterios cerveceros más visitados...

martes, 8 de junio de 2010

Viaje a Bélgica; día 2 (II)

Después de un reconfortante viaje en bus, llegamos a Binche, pueblo donde nos esperaba la segunda visita del día.


Rodeada de edificios de ladrillo, y dentro de uno de ellos, está La Binchoise. Al entrar en el edificio nos sorprende lo que vemos, y lo que olemos. En ese mismo momento, al lado mismo de la entrada, están haciendo cerveza. El olor a malta lo inunda todo, y con esta agradable sensación, comenzamos la visita por las instalaciones.



No tiene nada que ver con Lindemans. Infinitamente más pequeña, y totalmente adaptada a los recovecos del antiguo edificio, vamos subiendo escaleras mientras uno de los dueños nos explica los secretos de su éxito.




Volvemos a la planta baja y encontramos unas cuantas sorpresas junto a la embotelladora y etiquetadora.



La primera, las etiquetas de La Belga, cerveza que hacen en exclusiva para La Maison Belge,

y la segunda, etiquetas traseras de L´Esbardu, una cerveza que supuestamente es asturiana y está hecha con miel de esa región española. Tras un pequeño interrogatorio, descubrimos lo que es evidente, que La Binchoise elabora esta cerveza, y que es la misma receta que la Biere des ours de la misma cervecería. Lo curioso es que la miel sí que la traen desde España, así que, algo de cierto también hay en la etiqueta de la cerveza belgo-asturiana...

El hambre crecía y la visita había terminado, así que nos dirigimos al comedor.


Mientras acababan de preparar la comida nos dedicamos a probar la única cerveza que personalmente no conocía de la cervecería;


De primero, unos crepes hechos con Binchoise Brune y queso Hervé, deliciosos.



De segundo, una carbonade hecha también con cerveza (ahora mismo no recuerdo cual), extraordinaria.


Toda la comida estuvo maridada con las diferentes cervezas de la gama;

Mientras esperábamos al postre, una tarta espectacular, nos deleitaron con la última creación de la fábrica, una cerveza madurada en barriles de Armagnac, de la cual no les quedaban ya existencias, salvo alguna en la bodega personal, con las cuales nos obsequiaron el paladar.

Agradecidos por el trato recibido, y por la comida, nos despedimos relamiéndonos el buen gusto de boca que nos había dejado esta visita. Vuelta al autobús y una hora de camino hacia una de las Venecias del norte, donde nos esperaba todavía una "larga" tarde de visitas turísticas y cerveceras...

domingo, 6 de junio de 2010

Viaje a Bélgica; día 2 (I)

Madrugamos para coger el autobús que nos llevaría a visitar la primera de las cervecerías de las que La Maison Belge es distribuidora oficial en España. Fue duro el despertar, pero pronto nos sobrepusimos al cansancio del día anterior gracias a la ilusión por conocer de cerca a esos cerveceros y sus cervecerías artesanales.

Como decía, nos subimos al autobús y pusimos rumbo a Pajoteland (el nombre es real, no es ninguna coña). Esta región cercana a Bruselas, tiene la particularidad de contar con levaduras salvajes que son las "culpables" de provocar la fermentación espontánea. Así que, qué mejor oportunidad para conocer de cerca una de las fábricas de Lambic más conocidas de Bélgica.


LLegamos a Lindemans, donde nos esperaba uno de los dueños para hacer la visita guiada. Es una pena que no pudiésemos ver la maquinaria en acción, pero en Mayo ya no elaboran cerveza, porque las levaduras salvajes actúan mejor en invierno. Nos enseñó la fábrica con todo detalle, mientras nos explicaba todo el proceso de elaboración.

Una de las calderas;



Aquí es donde ponen la cerveza durante una noche para que las levaduras salvajes hagan su trabajo:


Nos explicó que en esta cuba enorme maduran la Gueuze Cuvée René, una de las estrellas de la cervecería;

A continuación pudimos ver la embotelladora y etiquetadora (no hay fotos porque había gente trabajando y preferimos no molestarles), y el almacén donde guardan toda la producción esperando a ser distribuida.



Los tanques de guarda...



Como curiosidad, nos comentó que no llegan a cubrir toda la demanda, y que se ven obligados a comprar a otras fábricas la base para sus cervezas de frutas, la Lambic. Tienen el problema de que no pueden ampliar la fábrica porque la zona está considerada "zona granjera" y no dan nuevas licencias para negocios industriales (caso de la cervecería). Como despedida, nos sacó unas cuantas botellas de sus especialidades, que bebimos gustosamente mientras nos contaba alguna cosilla más de la cervecería y de las cervezas.

Nos despedimos de nuestro anfitrión y pusimos rumbo a Binche, nuestro siguiente destino, en el cual nos esperaba otra visita guiada y una comida degustación con maridaje.

jueves, 3 de junio de 2010

Viaje a Bélgica; día 1 (I)

La Maison Belge, en colaboración con Different Roads, organizó los pasados días de Mayo un tour cervecero por Bélgica. Cogimos el avión, y allí que nos fuimos, a la tierra prometida, a descubrir todo un paraíso cervecero.


Aterrizamos en Bruselas hacia las 16:00 horas, encontramos el hotel donde habíamos quedado con el grupo, y después de las presentaciones y reencuentros, sin perder un solo minuto, nos dirigimos hacia la zona turística de la ciudad. A parte de descubrir cervezas, también hay que conocer un poco la historia y monumentos de las ciudades...

Después de dar una vuelta por los alrededores de la Grand Place, decidimos que ya era hora de echar el primer trago (para algunos el primero, otros ya llevaban unos cuantos...), y qué mejor que un bar típico como el Mort Subite.

Conocido en Bruselas por su larga trayectoria y su historia, la verdad es que cerveceramente hablando, tampoco ofrece gran cosa. Como era de esperar, unas cuantas Mort Subite de barril, y una carta discreta de botella. Se podría decir que es un lugar añejo, con una decoración antigua y poco más.


Después del semichasco inicial, pusimos rumbo a una apuesta segura, el Delirium Café.



Conocido en el mundo entero por su carta de 2004 cervezas diferentes, no nos podía defraudar. LLegamos a la calle donde está y me sorprendió ver cómo había cambiado la calle. Hace apenas 3 años que habíamos estado aquí y sólo había dos bares, el Delirium y otro de cocktailes. El callejón ahora se llama Delirium Land, y hay un sin fin de bares de copas, cervecerías y hasta un par de gorilas de seguridad a la entrada del pasadizo.

Entramos al paraíso del cervecero y del coleccionista, nos hicimos con una mesa, y pedimos el listin teléfonico de cervezas. Por suerte, esta vez teníamos las cosas bastante claras y no hizo falta leer toda la carta.




Las dos apuestas seguras fueron la Alvinne extra y la Pannepot reserva del 2005 (esta última, probablemente sea una de las mejores cervezas que he tomado ultimamente).
Se hacía tarde para cenar, y decidimos ir a un restaurante que había cerca de allí, prometiéndonos a nosotros mismos, que volveríamos más adelante con más tiempo.

Cenamos algo rápido, regado con unas Bersalis,



y nos dirigimos hacia nuestro siguiente objetivo, un antiguo teatro de marionetas llamado Toones,


reconvertido en bar, y que dicho sea de paso, merece la pena visitar por el entorno y decoración, pero no por sus cervezas. A falta de algo interesante, nos decantamos por una Kwak de barril,


y dar por terminado este primer día, ya que el siguiente iba a ser aún más duro...

domingo, 25 de abril de 2010

LA RONDA #23:RECLAMOS CERVECEROS

Este mes nos invita a la ronda la logia cervecera blog argentino muy activo y totalmente recomendable. El tema que nos proponen es el de qué haríamos si en un bar nos sirven una cerveza que no está en buenas condiciones, o según entiendo, no está bien tirada.
No me resulta fácil contestar a esta pregunta, ya que a este lado del charco, la cultura cervecera parece que es totalmente diferente. Lamentablemente, en mi entorno es muy difícil encontrar lugares donde pinchen algo que no sea la típica Heineken o cualquier otra cerveza comercial, por lo que resulta casi imposible, que ésta no esté en óptimas condiciones. Sí que me ha pasado que en uno de los pocos bares que pinchan algo de belga, alguna vez la cerveza sabe a hierro (probablemente por la poca rotación), en estos casos, me la bebo como puedo y acto seguido olvido esta cerveza, ya que si me pusiera a reclamar, probablemente conseguiría que el único lugar al que me puedo acercar a beber algo distinto, dejara de servirlo. Quizás no actúe correctamente, pero es un precio que tengo que pagar si quiero tener la oportunidad de salir de la monotonía cervecera que me acecha por todos los rincones de mi ciudad...

Por otra parte, está la botella. Tengo la suerte de llevar adelante una de las cervecerías con más variedad en botellín de toda Navarra, y aunque suele ser bastante raro, alguna botella sí que sale en malas condiciones. Cuando ha pasado algo así, el cliente nos lo dice, la cerveza se va por la fregadera, y se pone otra nueva, sin mayor problema. Son cosas que pasan y todo el mundo lo comprende. Si alguna vez llegara a pinchar cervezas especiales, desde luego, me gustaría que si alguna vez la cerveza estuviera en malas condiciones, se me dijera, antes que salir corriendo y no volver nunca más. Sé que es lo contrario de lo que he dicho más arriba, pero es que las cosas no se ven cuando estás a un lado de la barra o al otro...