domingo, 14 de agosto de 2011

Una visita a la corte del lúpulo (y II)

Con el estómago lleno y la sangre bien purificada a base de agua mineral, reemprendimos el camino de vuelta al Kitsch. Solo 2 calles nos separaban de nuestro ya conocido destino. La cena había sido bastante rápida, pero lo suficientemente pausada como para recobrar fuerzas y aptitudes. Al llegar nos dimos cuenta de que el ambiente había cambiado, la noche había hecho presencia y se notaba bastante más movimiento que a la tarde. Aún así, nos hicimos un hueco en la barra, y nos dispusimos a pedir algo para rebajar la comida.




Aprovechando que teníamos al experto dispuesto a aconsejarnos, le pedimos ayuda y dejamos la decisión en sus manos. El digestivo para nuestra cena fue una Abstrakt 04, de Brewdog. Una "Imperial Red Ale" de 18% que estaba buena, muy buena, pero creo que no es un estilo que me vuelva loco. Poco gas, mucho alcohol y un concepto de cerveza diferente que había que probar.




Nos la bebimos pausadamente, y volvimos a echar mano de Javi. Aquello ya no tenía vuelta atrás, habíamos ido a la corte del lúpulo, y quién mejor que el rey de la misma para hacernos de guía por sus neveras... Además, no nos la queríamos jugar, nos gusta ir a lo seguro. Apareció detrás de la barra con una Gemini Imperial IPA, de Southern Tier.




Queríamos lúpulo y lo tuvimos. Salimos a la calle a disfrutar de esta cerveza que solo se elabora en Enero, aprovechando que hacía una noche espléndida. Pudimos ver el entrar y salir de gente del local y cómo cada uno que entraba salía con su pinta de Yeti, Punk IPA, Anchor Porter, Yin... Un espectáculo maravilloso. Volvimos dentro con la intención de volver a salir fuera, ya que el local estaba bastante lleno y nuestras piernas ya flaqueaban como para aguantar embestidas de ordas de cerveceros que venían a por su ración de lúpulo, así que volvimos a pedir consejo. La elección ya estaba hecha de antemano. Javi nos tenía preparada una de las estrellas de la "charca";




La Double IPA de Hoppin´ Frog es una locura. 168 IBU´s que te dejan la lengua seca, pero que enganchan desde el primer trago. Es lo más amargo que he bebido en mi vida, pero desde luego que, en cuanto pueda, repetiré sin dudarlo. Después de esto, ya estaba prácticamente todo dicho. Iba a ser difícil seguir con otras cervezas que pudieran superar a la que probablemente fue una de las reinas de la noche.

Por gentileza de la casa llegó una Nogne IPA, con la misión de bajarnos un poco del escalón en el que estábamos.




Recuerdo que nos gustó... y poco más. A esas horas la mente hacía rato que había perdido la capacidad de retener sabores y sensaciones, y mucho menos asociarlos (o quizás fue que todavía tenía la lengua dormida por culpa de la anterior cerveza, quién sabe...).

Mientras degustábamos la Nogne, nos dimos cuenta de que se había terminado algún barril, y que íbamos a tener la oportunidad de degustar alguna otra maravilla. El barril pinchado fue "Bitch Please", una colaboración entre 3 Floyds y Brewdog que fue una pena que no llegara antes.




Después de ésta, decidimos ir acabando la noche. Llegaba la hora del cierre, y nuestra visita tocaba su fin. Eso sí, no quisimos despedirnos sin tomar la penúltima, como se suele decir, así que, volvimos al principio, y pedimos cañas de Punk IPA y I Hardcore You.



Las bebimos tranquilamente entre risas y recuerdos de lo que había sido la tarde-noche. El viaje había merecido la pena, y ya solo quedaba devolver las copas, y emprender el camino de vuelta al hotel. Sabíamos que el mañana sería duro, pero no nos importaba, ya que habíamos visitado la corte del lúpulo, y nos habíamos convertido en caballeros de ella. Nos despedimos de Javi, no sin antes probar el queso Chimay del que estaban dando buena cuenta a la hora de la recena. Un queso espectacular, a la altura de la cervecería y de Javi y Jose, a los que agradecemos lo bien que nos trataron.

¡¡¡VOLVEREMOS!!!


domingo, 7 de agosto de 2011

Una visita a la corte del lúpulo (I)

Hacía tiempo que teníamos ganas de visitar Vitoria en plan turista cervecero. Nos queda cerca, pero no habíamos tenido la suerte de encontrar una buena fecha para ir al que probablemente sea uno de los mejores templos cerveceros (por no decir el "mejor", si mejor se entiende por "el sitio donde más cervezas raras y especiales puedes tomar"...) de la península ahora mismo. Así que, el Viernes 15 de Julio, aprovechando unas minivacaciones después del jolgorio sanferminero, decidimos darnos un buen empacho de lúpulo. Cogimos el tren por la mañana y en, apenas una hora, estábamos en el hotel, dispuestos a buscar un sitio para comer cerca de nuestro destino, donde pasaríamos toda la tarde.

Comimos en el casco antiguo, y lo primero que nos sorprendió, fue que había Baias. Baias es una cerveza que ya conocíamos en su versión "normal", pero nos sorprendió que también existía una nueva, así que, nos pedimos las dos, una para reprobarla, y la otra para ver qué tal era. Luego descubrimos que la nueva, era una versión de la anterior, pero con cítricos. Las dos nos parecieron muy correctas, la verdad es que es una cerveza artesanal que no ha hecho mucho ruido (por ahora), pero que según pudimos ver, en Vitoria sí que se puede encontrar en varios establecimientos cerveceros.
Después de la primera toma de contacto, y con el estómago saciado, nos dirigimos tranquilamente hacía la calle Cantón de San Francisco 2. Sabíamos que todavía no era la hora, pero Vitoria la conocemos de sobra, y aunque merece la pena visitar el casco antiguo, el calor era sofocante y no nos apetecía dar vueltas y gastar energías a lo tonto.








Llegamos y, efectivamente, estaba cerrado. A primera vista, sorprende que tras esas persianas, sin cartel y sin ningún distintivo que anuncie nada, se pueda encontrar una cervecería de estas características. Ya sabíamos lo que nos esperaba dentro, así que, llamamos a la puerta, y como era de esperar, Javi estaba dentro y nos abrió enseguida. La simple visión del cartel que anuncia los doce grifos, casi nos hace olvidar nuestra educación, así que mientras iniciábamos los saludos y presentaciones pertinentes (con un ojo en el cartel y el otro fisgoneando el resto de la contrabarra, intentando identificar las cervezas que se exponen allí), empezamos a pensar en lo corta que se nos iba a hacer la tarde para probar todo aquello.









La decisión se presentaba difícil, pero no había tiempo que perder, así que decidimos empezar por cervezas que conocíamos en botella, pero que no habíamos probado en barril. La primera ronda fueron una Lupulus, una Anchor Porter, y una I Hardcore You de Brewdog con Mikkeler.





Mientras saciábamos nuestra sed, empezamos a mirar todo lo que había alrededor. El Kitsch es un bar que no es normal. Es un auténtico paraíso cervecero detrás de una barra. Algo de cartelería y merchandising, pero sobre todo, mucha botella, llena y vacía, fiel espejo de todo lo que pasa por esas cámaras. El que vaya buscando una cervecería bonita, recargada de detalles y cachivaches de toda clase (llenos de polvo, como suelen estar en los típicos pubs irlandeses), se llevará un chasco, pero a nosotros nos encanta. Aquí una pequeña muestra de lo que comento;





Como podéis ver, la colección de botellas y rarezas, solo encima de los grifos, ya es impresionante. La frase, sin comentarios. Una muestra del amor que tiene este bar por las Hopping Frog americanas (que más tarde probaríamos). En contrabarra, un pequeño Hall of fame, como lo llaman por ahí:









Con tanto detalle y tanta expectación, sin darnos cuenta, llegó la hora de probar otras cosas. La primera elección fue una Boffo, una Brown ale de 6,5%, de la cervecería Dark Horse, que nos dejó temblando. Espectacular.





Mientras el dicharachero barman nos explicaba la grandeza y proezas de esta cerveza, los otros nos decantamos por unas Yeti Expresso Oak Aged. Vaya cerveza, nos dieron ganas hasta de llorar de lo buena que estaba. La habíamos probado hace tiempo, en botella, en Bélgica y en otra situación, y en aquel entonces el entrenamiento del paladar era menor y no nos gustó mucho, pero esto fue otro cantar... El sabor a café, lo impregna todo.





Iba a ser difícil superar esto, pero quedaban grifos por probar, así que, después de un rato de degustación suprema, nos lanzamos a por lo siguiente. La elección fue una frikada marca de la casa, de las que Javi, su dueño, le gustan tanto, y bautizada como "Imperial Black IPA" (mitad I Hardcore You, mitad Yin Imperial Taiji), BRUTAL. Es curioso ver cómo, a pesar de echar la caña a distancia, no llegan a mezclarse las dos cervezas, y se mantienen separadas conforme la vas bebiendo.





Para seguir la ronda, y de paso, ir bajando el pistón, ya que se acercaba la hora de cenar, y habíamos decidido irnos a descansar nuestros paladares, pedimos una Punk IPA.









La sorpresa fue que vino acompañada de unas curiosas croquetas echas con lúpulo, que nos dejaron sin aliento. Parece ser que Javi, a parte de barman, es un buen cocinero también. Menudo invento, ¿alguna vez habéis comido cerveza? Pues esto es lo más parecido.








Después de más de 4 horas encerrados en este antro de perversión lupulera, decidimos ir a llenar con algo sólido nuestros estómagos, ya que las altas graduaciones de las cervezas, empezaban a hacer estragos en nuestra cabeza. Sabíamos que todavía nos quedaba cuerda para rato, y horas de sobra para emprender un segundo ataque, esta vez, a las neveras...