#LA RONDA 33: LA REALIDAD CERVECERA DE TU CIUDAD

Este mes es Pau el que nos brinda la oportunidad de hablar sobre un tema propuesto a la comunidad bloguera. Concretamente. el tema que se propone, es la realidad cervecera que cada uno de nosotros sufre en su respectiva ciudad de residencia. Para ello, lanza unas cuantas preguntas que intentaré responder según la experiencia que tengo en mi ciudad, Pamplona, y lo poco que conozco de las otras ciudades que se mencionan en dichas cuestiones.


¿Cuál es la realidad cervecera de tu ciudad y qué razones crees que hay detrás de ello (para bien y para mal)? ¿Crees que en tu ciudad existe una correspondencia entre la oferta de locales con buena cerveza (tiendas, bares, restaurantes...) y un público que la demande?
Como muchos ya sabréis, mi lugar de residencia, y por lo tanto, la sede de este blog es Pamplona. Una ciudad de apenas 200.000 habitantes, con una arraigada cultura vinícola sin la que es difícil entender la historia y trayectoria de esta ciudad. La realidad cervecera, como cabía esperar, es más bien deprimente. Contar en la ciudad con una de las mejores micros a nivel nacional, debería ser excusa suficiente como para que la gente por lo menos, conociese la cerveza artesana. Nada más lejos de la realidad. En toda la ciudad, apenas encontramos tres o cuatro grifos de una cerveza que se rifan en el resto de la península, en Europa, e incluso en EEUU. Esto es solo un pequeño ejemplo de lo que vivimos aquí. Alguien, viendo de fuera las magníficas opciones que tenemos a nivel de hostelería, y también de tiendas especializadas, me podría decir que tenemos un panorama envidiable.
Vale, sí, la oferta no es del todo mala. Una micro puntera, un local de hostelería volcado con la cerveza de calidad desde hace 5 años, un par de tiendas que organizan catas y cursos, y otras cinco o seis micros intentando abrirse paso en un mercado copado por las multinacionales, deberían ser suficientes para que por estos lares estuviésemos contentos... pero no. Llevo diez años picando piedra, con negocios en torno a la cerveza, unos fallidos, otros no tanto, y para mi no es suficiente. Que en varias tiendas delicatessen del centro se vendan varias cervezas artesanas como reclamo turístico, y que algunos bares hayan metido con calzador un par de marcas de cerveza no quiere decir que nuestra realidad cervecera sea buena. Ni tan siquiera halagüeña. ¿Estamos mejor que otras ciudades? Puede ser, pero esto no quiere decir que podamos estar contentos con lo que tenemos. ¿Tenemos lo que merecemos? Probablemente tengamos más de lo que el público pide, y éste es el problema principal. La oferta supera con creces la demanda, y es complicado, demasiado complicado abrir camino y mercado. Sumar es bueno, pero cuando hay espacio donde sobrevivir. El camino es duro y todavía nos queda mucha lucha para conseguir que, por lo menos, se hable un poco más de cerveza de calidad, en esta ciudad en la que la caña industrial mal tirada y la cerveza belga clásica son la estrella indiscutible de los bares anclados en las fórmulas del pasado.

¿Cómo explicas que Barcelona tenga una realidad cervecera como tal?
Lo de Barcelona es caso aparte. Barcelona es una ciudad donde se ha juntado la sed con las ganas de beber. Barcelona vive del turismo. De turistas con una cultura cervecera muy superior a la que tenemos en nuestro país. El mejor ejemplo es Biercab. un bar especializado en el que todo es posible gracias a los barceloneses que se acercan hasta allí, sí, pero que, sin los turistas, quizás no fuese lo mismo. No tienes más que acercarte cualquier día por allí, y ver que una gran parte del público es foránea. No vamos a quitar mérito a esas asociaciones cerveceras como Humulus Lupulus, que cuando ni tan siquiera conocíamos la cerveza belga por aquí, ellos ya iban un paso más allá, pero es indiscutible que el turismo juega un papel primordial. En Barcelona, gracias al trabajo hecho durante muchos años, hay una cultura cervecera superior al resto del país. Y esto es innegable. ¿El patriotismo tiene algo que ver? Posiblemente sí, y la forma de ser de los catalanes también. Han sabido ver el negocio y el emprendimiento antes que nadie, y por eso, en Catalunya, llevan varios años de ventaja al resto del país en muchos sentidos en esto de la cerveza artesana.

¿Crees que Madrid tiene un panorama cervecero acorde con su tamaño? ¿Cómo explicas que aparentemente cueste tanto de arrancar mientras que en zonas como Navarra o Asturias por ejemplo, tengan un panorama cervecero aparentemente más vivo en comparación para su número de habitantes?
Ni Madrid ni ninguna ciudad española tiene un panorama cervecero acorde a su tamaño, por lo menos, en el sentido que, a nosotros, los beer geeks (la gran minoría) nos gustaría. Madrid es una ciudad de tapeo y cerveza fácil. De cañas bien tiradas (o eso dicen) y tapas de acompañamiento. De pasarlo bien y ya está. No conozco bien Madrid, pero me da la sensación de que es complicado cambiar de hábitos a una población en la que está tan arraigada la costumbre de acompañar los buenos momentos con la típica cerveza insípida. ¿Para qué quieren degustar una buena cerveza, si lo realmente importante es juntarse en un bar con cuatro colegas y hacer una ruta de tapeo mientras se habla de temas banales? Y creo que este es el kit de la cuestión. Esto se puede trasladar a muchas ciudades en las que lo importante no es el qué, sino el con quién.
Que otras zonas tengan en apariencia una realidad cervecera mejor o más viva... pues seguramente dependerá de cuánto las conoces. Yo dejo aquí el ejemplo de Pamplona, y ojo, no digo Navarra, porque fuera de Pamplona (y comarca) la cerveza artesana no existe (salvo en un pueblo donde se elabora una conocida marca navarra). Desde fuera puede parecer que la cosa en Pamplona se mueve. Se mueve, sí. Lo que yo te diga. Se mueve lo justo para que desde fuera parezca que hay vida, pero en realidad, somos una ciudad más del panorama cervecero nacional...

Y hasta aquí mi aporte negativo en esta ronda. Pese a lo que pueda parecer en esta opinión, creo que está claro que la cerveza artesana gana adeptos cada día. La cultura cervecera en este país, poco a poco, muy lentamente, más despacio de lo que nos gustaría, va creciendo. Esto también es innegable, pero que el ritmo de crecimiento es lento, también. Esperemos que poco a poco, la rueda de la cerveza artesana coja velocidad, y en un futuro cercano no haya quien la pare.