jueves, 5 de agosto de 2010

VIAJE A BÉLGICA; DÍA 4 (III)

El viaje seguía su curso, y a la llegada a Bruselas, decidimos que no merecía la pena perder el tiempo en el hotel, así que salimos rumbo a La Becasse

una curiosa cervecería que queríamos visitar mientras esperábamos al resto, para ir a nuestro último destino cervecero en Bélgica. Allí, en un ambiente divertido, pedimos unas gueuze de barril, por las cuales se diferencia este local del resto, y charlamos del viaje mientras observábamos al enérgico camarero que pululaba entre las mesas.

Cuando llegaron los demás, nos dirigimos al Moeder Lambic (el nuevo, abierto hace relativamente poco tiempo), una cervecería con más de 40 grifos diferentes, que deslumbra con sus cañeros a todo el que entra dentro y no se queda en su maravillosa terraza.


Nosotros, después de ver el interior, decidimos salir fuera a disfrutar del maravillosos tiempo que nos hizo los 5 días que duró el viaje. Creo que en Bélgica no veían el sol 5 días seguidos, desde tiempos muy remotos...
En fin, que nos sentamos y nos dispusimos probar todas las cañas que pudiéramos. Por la mesa fueron pasando muchas; Quintine Ambrée,



3 Fontaine oud gueuze,



Guldenberg,



XX Bitter

...y otras de las cuales no me acuerdo (no sé si por el tiempo que ha pasado hasta publicar este post, o por culpa de las cañas y la caña que llevábamos previamente...)






Después de unas cuantas cervezas, llegó la hora de cerrar el bar y con él, nuestro periplo cervecero por el país dividido. La gente salía de Bruselas temprano, y decidimos volver al hotel todos juntos. Nos despedimos y nos fuimos a dormir, sabiendo que el viaje que estaba terminando, probablemente había sido, para todos, el mejor viaje cervecero que se puede hacer por Bélgica hoy en día. Había salido todo redondo y habíamos rozado con nuestros dedos, el límite de la cerveza belga a día de hoy. Habíamos probado cervezas imposibles de beber hoy en día en nuestro país. Habíamos visitado microcervecerías espectaculares, y habíamos conocido a creadores y elaboradores de las cervezas que bebemos a diario, a cientos de kilómetros. Habíamos degustado comida hecha con cerveza. Y sobre todo, habíamos conocido gente que, como nosotros, vive por y para la cerveza, auténticos fervientes seguidores de este oro líquido, que son capaces de cualquier cosa por conocer y dar a conocer la cultura cervecera allí donde estén.
Un saludo a tod@s l@s que compartieron con nosotros este maravilloso viaje, y un millón de gracias a Cedric, de La Maison Belge, y a Enrique de Different Roads, sin los cuales, esta aventura no hubiera sido posible.



2 comentarios:

  1. Sigo salivando!!! Gran viaje y grandes crónicas!!! Sólo de leerlas se me ha disparado el ácido úrico....

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  2. Una pena que durase tan pocos días, aunque no sé si hubiéramos podido seguir a ese ritmo más tiempo...

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