LLegamos a Barcelona con la resaca sanferminera todavía a flor de piel, pero no había tiempo ni de lamentaciones, ni de depuraciones de sangre, así que decidimos aprovechar el tiempo al cien por cien. Dejamos las cosas en el hotel, y nos lanzamos por los submundos del metro, no sin antes concertar una obligada cita con nuestro buen amigo Cedric (director de La Maison Belge), para que nos enseñara unos cuantos lugares, que, sin ser templos cerveceros, tienen potencial para serlo.
Como era la hora de comer, nos llevó al Freiburg. Es un frankfurt como yo no había conocido nunca. ¿Alguien ha visto alguna vez en este tipo de restaurante una variedad de 60 o 70 cervezas de botella? Resulta cuanto menos curioso ver el local lleno hasta la bandera de gente disfrutando de una buena salchicha, maridada con cerveza, sobre todo, belga. Repuestos de la primera sorpresa, nos decidicmos con los bocadillos y unas cervezas. No suelo ser muy amigo de este tipo de comida, pero la verdad es que las salchichas estaban buenas, y aderezadas con una buena Caracole o Saxo, aún mejores. Nos disponíamos a continuar con nuestra ruta cervecera cuando apareció el encargado del local, Manolo, un gran amante de la cerveza que ha hecho posible esta combinación de local germano-belga. Estuvimos con él un rato, el tiempo suficiente para que nos contara un poco su forma de trabajar, alguna que otra anécdota y algunos planes de futuro en cuanto a fiestas y cervezas de barril se refiere.
Nos despedimos de él para seguir con nuestra ruta, ya que, sólo teníamos parte de la tarde, y sitios interesantes que conocer.
Nos despedimos de él para seguir con nuestra ruta, ya que, sólo teníamos parte de la tarde, y sitios interesantes que conocer.
Al día siguiente volvimos a cenar de nuevo a este local, y se nos ocurrió probar esta cerveza que habíamos visto en varios locales de Barcelona, y que no conocíamos, y que además había despertado nuestra curiosidad por ser de un estilo que nunca habíamos podido probar. Como habréis visto en la foto, es una Rauchbier, o cerveza ahumada, estilo realmente extremo, para el cual no estábamos preparados en ese momento. Nos la bebimos, pero no sin esfuerzo y auténticos problemas para terminarla. Creo que el problema fue que no esperábamos ese intenso sabor a humo, ya que por mucho que leas sobre este estilo por internet, hasta que no lo pruebas no puedes hacerte una idea real de lo que es. Digamos que sería como hacer unas costillas a la leña y comerte el humo de postre...