
Como no queríamos sorpresas, reservamos una mesa previamente, para disfrutar del menú de maridaje cervecero, un menú que, a priori puede parecernos un poco caro, pero que pensándolo fríamente, creo que el precio está más que justificado. Nada más sentarnos, nos alegramos de saber que el propio Edgar iba a ser el encargado de dirigir nuestra comida maridaje. Nos explicó en qué consistía y en seguida nos dimos cuenta de que aquella iba a ser una experiencia memorable.
A lo largo de la comida, nos fue explicando el por qué de cada plato y de su cerveza acompañante. Nos explicó con pelos y señales cuál era su punto de vista del maridaje, y nos demostró que detrás de cada plato y cada cerveza hay un trabajo exhaustivo de investigación, que hace que las sensaciones que nos traslada cada bocado sean especiales y únicas.
A continuación os resumimos los platos y maridajes que compusieron la comida, en los que cada ingrediente tiene su razón de ser, y como veréis, en cada uno de ellos, el objetivo es el de ofrecer diferentes sensaciones, ya sea equilibrando sabores o todo lo contrario, enfrentándolos entre sí.
La comida comenzó con un TATAKI DE ATÚN con polenta y tomate seco italiano, acompañado de BLANCHE DE HONNELLES. El nexo de unión en este maridaje, fue la acidez de la cerveza, con la que le aporta el tomate, y la función de la witbier fue la de limpiar la boca de grasas del atún, función que cumplía a las mil maravillas.
El siguiente maridaje fue PARMENTIER DE PATATA relleno de huevo cocinado a baja temperatura, con rúcula y aceite de trufa. Para acompañar, la AMERIKAANS de De Molen, una bitter muy especial que maridaba perfectamente con la comida. Este plato en realidad debía haber sido una vieira, pero por problemas alérgicos nos cambiaron el plato. Otro detalle a tener en cuenta, ya que parece que están preparados para sobreponerse a cualquier situación...
Lo siguiente fue un plato de rape y ajo tostado, acompañado con la Moon Verata. Edgar nos estuvo contando lo difícil que le había resultado maridar una cerveza como ésta, en la que el pimentón de la Vera estaba tan presente, que era complicado enfrentarla a nada. Después de unos meses de guarda, el sabor del pimentón se había atenuado, y fue el momento de enfrentarla a otro sabor muy intenso, en este caso, el del ajo tostado.
No podía faltar un plato típico de la zona, y llegó como plato fuerte de la comida. Un FRICANDÓ con setas, o lo que es lo mismo, un estofado de ternera cocinado a fuego lento, en este caso, con la Irish Stout de OHARA´S. Para acompañar, la FOSCA OATMEAL STOUT, de Art Cervesers, una cerveza contundente, para un plato de altura.
Con todos los sentidos alerta y después de haber disfrutado de cuatro platos espectaculares, llegó la hora del postre. Una LINDEMANS CUVÉE RENÉ sería el acompañamiento perfecto para una tabla variada de quesos en la que era curioso ver cómo una cerveza de estas características limpia la boca a la perfección después de cada bocado, sea cual sea el queso que hayamos comido. Además, y por si alguno resultaba excesivamente fuerte, en el centro de la tabla, llegó una gelatina de cerveza que suavizaba hasta el más fuerte de los quesos que componían esta variada tabla.
Para finalizar la velada, dos postres más... Decidimos probar la As de Trevols, de As cervesa artesana, una imperial stout de la que habíamos oído hablar muy bien, y aconsejados por Edgar probamos también la Kalashnikov, de Catalan Brewery, una stout con Vodka que no acabó de convencernos... Puede ser que no fuera el momento, aunque en general, no nos suelen gustar las cervezas con mezclas o adiciones de otros licores...
Satisfechos con la comida, los maridajes, el trato recibido y con la sensación de que habíamos descubierto un nuevo mundo de sabores y sensaciones, salimos del local pensando en que el mundo de la cerveza artesanal tiene un futuro asegurado también en torno a la alta cocina, siempre que haya gente como la del RACÓ D´EN CESC, que se preocupa por investigar y trabajar no solo con vino, sino también con cerveza de calidad. Lo dicho al principio, una visita obligada para todos los amantes de la cocina y la cerveza artesana. Un capricho que merece la pena disfutar, por lo menos, una vez en la vida.
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