sábado, 12 de diciembre de 2015

8º #FFdA: Hemel & Aarde de 2011...

Supongo que los que leéis habitualmente el blog os habréis dado cuenta de que últimamente no escribo mucho... La vida no me da y tiempo es lo que me falta, así que me veo obligado a dejar en segundo plano ciertas aficiones, como la de escribir. Pero por suerte, acabo de pillar unos minutos libres inesperados, y como me había comprometido con Joan, del blog Birraire, a escribir una entrada sobre mi particular Finde fondo de Armario, voy a relatar rápidamente lo que dio de sí para mí este evento. El evento consistía en sacar del fondo del armario una cerveza para la que no encuentras fecha para beberla por ser especial, por haberla dejado madurando demasiado tiempo, o por cualquier extraña razón que no te deje abrirla un día cualquiera. Pues bien, este es el octavo Finde Fondo de Armario, y como no soy muy de guardar, y cuando guardo me da pena sacar, se me están acabando las opciones...
El Viernes, después de trabajar, me propuse abrir una de estas botellas especiales, pero como tenía la oportunidad de beber la Old Rasputin de North Coast de barril,decidí dejar el evento para el Sábado, así que mientras disfrutaba de esa auténtica maravilla sin interés para este evento por falta de vejez, o simplemente por no estar guardada en ningún armario, me dispuse a buscar a la víctima que engrosaría este post en un futuro, o sea, hoy.
La elección no iba a ser fácil, ya que, como he dicho anteriormente, mi armario guarda joyas que ni tan siquiera un #FFdA puede sacar a la luz, así que decidí que lo mejor sería buscar en el frigo de los tesoros del bar que regento. Las De Molen son siempre una buena elección así que decidí buscar la más antigua de la nevera. Una nevera que guarda auténticas joyas, aunque cada vez menos (es la parte mala de que a la gente le empiecen a gustar las imperial stouts tanto como a mi...)
Bueno, lo dicho. Después de vaciar la balda para ver qué se escondía al final de ella, encontré a mi víctima. Una Hemel & Aarde elaborada en Marzo de 2011. La abrí y ví que efectivamente seguía como el primer día. Como podéis ver, cuatro años en botella no le han quitado ni una pizca de gas, y en boca la noté como siempre. Quizás un pelín más licorosa por el paso del tiempo, pero me sorprendió lo bien que envejece esta cerveza... Ahora, después de habérmela bebido, me da pena haberlo hecho, ya que viendo la etiqueta, donde reza que se puede consumir hasta veinticinco años después de elaborada, me da rabia no haber esperado otros veinte años más... Joan, no sé si podré participar en el próximo #FFdA, porque ya no me quedan cervezas para hacerlo...

2 comentarios:

  1. AAAAAAY, EL ETERNO DILEMA DE SI ME BEBO LO AÑEJADO O LO SIGO DEJANDOOOOO JAJAJJA. PIENSA QUE LO MISMO LA DEJAS UN PAR DE AÑOS MAS Y SE JODE, HAY QUE HACERLO ASÍ, SINO TE DA ALGO JEJEJE. ME ALEGRO QUE DISFRUTARAS DEL FFDA Y AUNQUE ME GUSTE LEERTE, NO TENER TIEMPO SIGNIFICA QUE EL NEGOCIO TAMBIEN VA VIENTO EN POPA, QUE ES MAS IMPORTANTE QUE ESCRIBIR UNAS LINEAS.
    SALUDOS IKER!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Y si en dos años está mejor que ahora en vez de ir a peor? A veces el riesgo merece la pena...jajaja
      A parte del negocio, desde hace casi un año, hay otro pasatiempo que requiere más cuidados y tiempo que escribir unas líneas y no tiene que ver con la cerveza... ;P

      Eliminar